sábado, 26 de noviembre de 2022

Recordando mi segunda sesión con "A" (segunda parte)


 





 Tras la azotaina recibida y con el culo caliente, marché a la ducha mientras "A" esperaba en la habitación.

 Me vestí completamente y entré de nuevo al cuarto. La ordené que fuera a la ducha también (acababa de eyacular sobre sus piernas). "No tardes o iré a buscarte". Mis palabras borraron la sonrisilla que se había dibujado en su cara. 


AHORA LE TOCA A ELLA

 La verdad es que no tardó demasiado pero yo estaba impaciente y sabía que la pillaría por sorpresa y eso siempre es un aliciente, así que entré en el baño mientras se secaba con la toalla.

 La cogí del brazo y la "arrastré" hasta la habitación. Me senté en la cama, la tumbé sobre mis rodillas y empecé a azotarla con la mano sin ningún miramiento. Azotes fuertes y rápidos con la mano sobre su culo desnudo, húmedo y frío.

 Ella pataleaba y se quejaba, mientras mi mano, implacable, iba dejando su huella en forma de marca rosada sobre la piel blanca de las nalgas de "A".

 Cuando vi que el culo se empezaba a acostumbrar al picor que le ocasionaba mi mano, consideré que era el momento de cambiar de tercio y, en la misma posición, agarré el cepillo negro de plástico que seguía sobre la cama. El mismo cepillo con el que poco antes ella me había castigado.


HORA DEL CEPILLO








 Normalmente, al cambiar de instrumento durante la azotaina, suelo hablar a la spankee para meterla un poco de miedo y ponerla nerviosa, advirtiéndola de que ahora va a probar el cepillo, la cuchara o lo que toque. En este caso estaba tan concentrado en los azotes que la transición de la mano al cepillo fue inmediata. No hubo la más mínima pausa desde que paré de azotarla con la mano hasta que empecé a castigarla con aquel cepillo negro de plástico. 

 Esa segunda tanda empezó como terminó la otra. Azotes rápidos y secos, sin apoyar el cepillo en su piel más que lo necesario para que este impactase con fuerza. Quería que notase únicamente el picor del golpe, nada más. 

 El pataleo se reactivó con más fuerza y los "ay", "au", etc., se hicieron mucho más audibles. Según la iba castigando, el rosa de su trasero iba dando paso a un rojo más intenso. "A" tiene la piel blanca como una turista británica y eso siempre es de agradecer para un Spanker. 

 Calculo que llevaría unos diez minutos azotándola y "A" empezaba a retorcerse e hizo un par de amagos de taparse con la mano, aunque no se atrevió. Decidí curarme en salud y en uno de esos amagos en los que subió el brazo e hizo ademán de taparse el culo, la agarre de la muñeca y la sujeté poniendo su mano tras la espalda. 

 Ese fue el único momento en que paré. "A" gimoteaba pero no lloraba. Acaricié su culo enrojecido con las púas del cepillo y dio un respingo. Al ver que reaccionaba a aquello, seguí haciéndolo durante unos segundos durante los cuales noté como su cuerpo se tensaba sobre mis rodillas. 

 Sin mediar palabra volví a la carga, sin alterar el ritmo de los azotes pero sí aumentando la fuerza (que ya de por sí estaba siendo considerable). La espalda de mi spankee se arqueaba con cada azote y sus (casi) gritos se ahogaban con el sonido seco del cepillo que golpeaba sus nalgas desnudas. 

Por cierto, el de la foto de arriba es el cepillo en cuestión que aún conservo 😉. 


DOLOR Y PLACER

 Decidí darla un espiro y paré. Dejé el cepillo a un lado y acaricié su trasero con las uñas y las llemas de mis dedos. De nuevo sentí como se estremecía con las caricias e incluso la escuché gemir suavemente. Esta vez no era un gemido de dolor. Separé ligeramente sus piernas sin ningún esfuerzo, todo lo contrario, ella colaboró abriéndolas mucho más de lo que mi mano la exigía. Pasé mis dedos por su sexo y, como suponía, estaba completamente mojada. 

 La hice levantarse y la ordené que se inclinara sobre el escritorio que tenía en mi habitación; "saca el culo y abre las piernas". 

 Volví a acariciar sus partes y jadeó. Cogí el cepillo, la agarré por la cintura y descargué con decisión una corta tanda de azotes severos que retumbaron con estruendo en toda la habitación. "A" sudaba y se contorsionaba, luchando por mantener la posición mientras la azotaba. Mi brazo, que rodeaba su cintura, evitaba que se agachase, mientras el cepillo continuaba impactando sin piedad sobre su ardiente culo. 

 Parecía que iba a romper a llorar de un momento a otro pero no lo hizo. Dejé el cepillo en el escritorio, junto a ella, y sin soltarla, agarre su sexo y lo empecé a acariciar con toda la mano, profundamente. Ella temblaba y gemía, apenas podía mantenerse en pie. Se retorcía de placer e intentaba agacharse, pero yo se lo impedía mientras seguía masajeando su entrepierna. 

 Llegó un momento en que no pude sujetarla más y consiguió ponerse de rodillas en el suelo, lo que me obligó a agacharme con ella para poder seguir masturbándola. 

 Al poco de caer de rodillas con las piernas abiertas, cerró los muslos súbitamente atrapando mi mano (que seguía aferrada a su vagina, masajeandola con intensidad). Su cuerpo entero se tensó de tal manera que parecía que se iba a romper mientras gemía de placer. Cuando abrió las piernas mi mano estaba completamente empapada. 

 Cuando terminó, la ayudé a levantarse la retiré el pelo de la cara y empezó a reírse de forma nerviosa mientras que de sus enormes ojos avellana le resbalaban varios lagrimones. 

 La abracé y la dije: "estás como una cabra, mocosa". 


 Debo reconocer que ha sido un placer rememorar esta sesión y compartirla con vosotros. Espero que hayáis disfrutado leyéndola tanto como yo recordándola. 

 Si os ha gustado, comentad y compartir en vuestras redes sociales. 

 

Besos, abrazos y muchos azotes. 






domingo, 20 de noviembre de 2022

Recordando mi segunda sesión con "A" (primera parte)




Hace poco una amiga spankee me propuso como tema para una próxima entrada del blog, que contase como fue alguna de mis sesiones.

Siempre es agradable rememorar buenos recuerdos así que he decidido hacerla caso y voy a contaros como fue la última sesión que tuve con "A".


MI SEGUNDA SESIÓN CON "A". EL REENCUENTRO

Conocí a "A" a través de la ya extinta Pasión.com. Ella respondió a uno de mis anuncios teniendo las cosas muy claras respecto como sería su primera sesión de spanking.

Tras esa primera (y muy severa) sesión, seguimos manteniendo el contacto por email pero volver a quedar era complicado por circunstancias que no vienen al caso, hasta que un día se volvieron a alinear los astros y "A" vino a mí casa para tener una segunda sesión, que es de la que os voy a hablar.

Coged palomitas porque las cosas (y los culos) se van a calentar. ¿Preparados?

Después de recoger a "A" en la estación de tren, llegamos a casa y subimos directamente a la que yo llamaba la habitación del spanking (una de las ventajas de la soltería era poder tener una habitación a la que llamar "habitación del spanking"). 

Habían pasado algunos años y ya no era la joven estudiante universitaria a la que conocí y castigué. Era algo más madura pero seguía siendo una joven spankee que iba a convertirse también en Spanker durante un rato. 

En nuestros intercambios de correos, surgió la posibilidad de azotarme a mí también en nuestra próxima sesión, y con esa idea subimos a mi habitación. 

A mí ya me habían azotado otras veces pero nunca alguien a quien hubiera castigado yo antes y reconozco que eso me ponía nervioso, a la par que me motivaba mucho 😜. 


"A" SE PONE SERIA

Nada más entrar en la habitación, "A" se sentó en la cama y me dijo que trajese un cepillo del pelo y una cuchara de madera. Lo dijo muy seria así que obedecí sin rechistar. En ese momento recuerdo pensar que se había metido en el papel completamente y que iba a cobrar a base de bien. 

Dejó el cepillo y la cuchara en la cama, junto a ella, y me dijo que me quitase la parte de arriba de la ropa. Me hizo con el dedo el gesto de que me acercase y me desabrochó los vaqueros, me los quitó y me dijo que me tumbase sobre sus rodillas. 


EMPIEZA EL CASTIGO

Empezó a azotarme con la mano, sobre los boxer que al ser finos y ajustados tampoco es que ofrecieran una gran protección. Los azotes eran a buen ritmo y de una intensidad intermedia. Recuerdo pensar que tendría que esforzarse más si quería sacarme un simple "¡ay!". Y vaya que si se esforzó. 

Después de unos minutos así y pese a que no estaba siendo la azotaina más dura de mi vida, la excitación ya era patente desde hacía rato y cuando "A" quiso bajarme los calzoncillos, estos se engancharon donde os podéis imaginar debido a la más que notable erección que ya tenía. 

Tuve que levantarme de sus rodillas para que pudiese bajarme los bóxer y tras ver mi erección, y mientras me acariciaba los testículos, me dijo algo así como: ya va tocando pasar a otro nivel. Volvió a tumbarme sobre sus rodillas y recuerdo que cuando sus vaqueros volvieron a rozar mi miembro, un intenso y delicioso calambre lo cruzó de arriba a abajo. 

Cepillo en mano, "A" reanudó la azotaina sobre mí culo desnudo, esta vez con más vigor e intensidad. El ritmo seguía siendo igual de vivo pero los azotes eran más fuertes, y aquel cepillo negro, pese a ser de plástico, picaba lo suyo. El culo empezaba a calentarse y la excitación iba a más. 

De vez en cuando paraba y me acariciaba los cachetes con el cepillo haciendo movimientos circulares. Después volvía a la carga con decisión. La spankee a la que azoté años atrás se estaba vengando y lo estaba disfrutando. Se notaba. 


LA AZOTAINA SE CALIENTA

"A" decidió que ya bastaba de cepillo y me dijo que me levántase. El culo me ardía, la azotaina estaba siendo larga. Ella se levantó también y empezó a quitarse la ropa. Volvió a sentarse, ya desnuda. Cogió la cuchara de madera y se dio unos cuantos golpecitos con ella en la palma de la mano mientras me decía: "túmbate otra vez". 

Para ese momento, y siendo sincero, yo estaba ya que iba a explotar así que cuando la punta de mi pene volvió a rozar contra sus muslos, esta vez desnudos, sentí una oleada en los geniales (y en todo el cuerpo) que me hizo pensar que todo mi ser se iba a desbordar en ese mismo instante como una presa que se rompe. 

La joven spankee reconvertida a Spanker, me acarició el trasero dolorido durante unos segundos antes de agarrarme por la cadera y empezar a descargar una lluvia constante de azotes con la cuchara que picaron de lo lindo. Así estuvo un buen rato, azotando mi culo desnudo y ardiente. Mientras me azotaba no hablaba. Estaba completamente concentrada en lo que hacía. 

Según la azotaina iba tocando a su fin, "A" subía la intensidad de los azotes. La cuchara pica bastante, que os voy a contar, y yo empezaba a retorecerme, lo que hacía que me rozase cada vez más contra sus muslos. Estaba a punto de correrme, iba a reventar de un momento a otro y la verdad es que me hubiera dado bastante corte pero no podía/quería hacer nada por evitarlo. 

Los azotes eran rapidísimos, son las ventajas de azotar con la cuchara, y fuertes. De repente se rompió el ritmo frenético y sentí cinco o seis impactos durísimos, seguidos, primero en un cachete y luego en el otro. En ese momento supe que la azotaina había terminado. 


EL INEVITABLE FINAL 

"A" me acarició los cachetes con suavidad y fue bajando poco a poco hasta alcanzar mi entrepierna. Siguió acariciando y masajeando mis testículos llenos a rebosar. Yo respiraba como si corriese una maratón, no podía más. 

Su mano se introdujo un poco más entre mis piernas y agarró mi pene hinchado y palpitante. El abundante líquido preseminal lo tenía completamente lubricado. Agarró y acarició con suavidad la punta de mi miembro, cubriéndola con toda la mano, y ahí, con el culo ardiendo y sobre sus muslos desnudos, exploté en uno de los orgasmos más intensos que he tenido jamás en mi vida. 


LA COSA NO TERMINA AQUÍ 

Después de cobrar yo, la joven "A" tuvo que pasar también por mis rodillas, en su caso además de una forma más dolorosa, ya que yo no soy tan benevolente como ella. 

Pero en vista de la extensión de la entrada (es lo que tiene rememorar estas cosas, que uno se lía) voy a dejar la parte de su castigo para la próxima publicación. 

En unos días podrás leer mi "venganza" sobre mi queridísima Spanker por un día.  ¡No te la pierdas! 

Por cierto, "A", si estás leyendo este blog te mando besos y azotes a partes (casi) iguales 😉



sábado, 5 de noviembre de 2022

Cosas a tener en cuenta para la primera sesión



Todavía recuerdo (y siempre lo haré) mi primera sesión.

Viajé desde Madrid con un amigo a la ciudad en la que vivía mi spankee, a la que conocí por Internet. Más de 200 kilómetros que sin duda merecieron la pena

Antes de dar el paso y vernos en persona, teníamos totalmente claro que la iba a azotar, que era mi spankee y que tras ese viaje todo iba a cambiar para ambos: nos íbamos a "desvirgar" spankamente hablando. Era indudable lo que iba a pasar y ambos estábamos convencidos. Deseosos. 

Pese a que nunca nos habíamos visto, habíamos hablado día y noche durante meses. Nos conocíamos perfectamente y gracias a esto, pese a la perdonable torpeza de la juventud casi adolescente, el encuentro (sesiones incluidas) fue inolvidable para bien.

El caso es que no todos los primeros encuentros son así. A veces pueden ser decepcionantes o frustrantes para ambos. Incluso desagradables.

Para evitar estos resultados no deseados, podemos seguir una serie de pautas que nos ayuden a mínimizar los riesgos de que la cosa se tuerza. 


1. MANTEN UNAS EXPECTATIVAS REALISTAS

Es nuestra primera sesión y/o la de nuestra spankee. Nadie nace sabiendo, ni tampoco hemos tenido nunca sobre nuestras rodillas a la otra persona. 

Por mucho que hayamos hablado previamente, hasta que no estás piel con piel con tu spankee no sabes que "tecla tocar" para que se le erice la piel o para que se le aflojen las lágrimas. 

Si no solamente es la primera vez que quedas con esa persona, sino que ni siquiera has tenido sesiones reales con nadie, te vas a sentir torpe. Tranquilidad, es normal

Simplemente disfruta del momento ya que la primera azotaina va a distar mucho de ser perfecta pero si vas con la mente abierta, será una experiencia religiosa, que decía un tal Enrique Iglesias... 


2. DEJAD CLAROS LOS LÍMITES ANTES DE EMPEZAR 

Esto principalmente atañe a quien va a hacer de spankee. Ya sea chico o chica, la spankee es quien manda en realidad, hay que asumirlo. 

Si es tu primera sesión esto es crucial para que ambos disfrutéis de la azotaina. Vas a ser azotada por otra persona, siempre es una experiencia intensa, pero si lo es más de lo que toleras, toda la excitación y disfrute que proporcionan unos buenos azotes en el culo se convierten en algo desagradable e incluso traumático. Marca siempre tus límites antes de empezar y jamás permitas que la persona que te castigue los sobrepase. 

Si eres tú quien azota, anima a tu spankee a que los marque, aunque no quiera. Tú también tendrás unos límites a los que no quieras llegar al castigar a otra persona, déjalos claros también


3. PACTAD SIEMPRE UNA PALABRA DE SEGURIDAD.

Este consejo, pauta o cómo queráis llamarlo, va unida a la anterior. 

Durante una azotaina, es normal que la spankee se queje, llore, patalee y pida que por favor pares. Estos lamentos y súplicas suelen formar parte del "juego" y para no confundirlos con una verdadera petición de parar debemos pactar una palabra que signifique "detente de inmediato". 

Lo mejor es escoger una expresión que nunca digamos en el contexto de una sesión.
En mi caso utilizo la palabra STOP. El significado es obvio y salvo que mi spankee sea angloparlante jamás la dirá en condiciones normales, por lo tanto no hay margen de error. Mi consejo es que utilices una similar. 


4. QUEDAD EN UN SITIO EN EL QUE AMBOS ESTÉIS COMODOS

El entorno es importante.

Si antes de "entrar en materia" habéis decidido tomar un café para charlar, está bien. Si directamente vais a empezar con la sesión en casa de uno de los dos o en un hotel, también está bien. Pero sea cual sea la opción que hayáis elegido, que sea en un lugar en el que estéis a gusto

Estar pensando constantemente que la pareja de uno de los dos (si la tenéis) pueda entrar por la puerta en cualquier momento y os pille, es muy estresante y os distraerá de lo que de verdad os importa. 

Tampoco ayuda el estar preocupado por si estáis haciendo mucho ruido (el spanking no es una actividad que se pueda llevar a cabo en silencio precisamente...). Si te preocupa el "qué dirán" y las paredes de tu casa son finas, busca otro sitio. 

Una primera sesión siempre pone nervioso pero son nervios "que molan". Intenta eliminar factores externos que añadan nervios que "no molan". 


5. DI LA VERDAD SOBRE TI

Por último y seguramente más importante, no mientas sobre ti.

Ni sobre tu aspecto, ni sobre tu estado civil, ni sobre tu experiencia en el spanking. No deberías mentir sobre nada, obviamente, pero sobre todo nunca mientas sobre esas tres cosas. 

Es tu primera sesión, si empiezas mintiendo mal vamos. Pero además, si mientes sobre algo que afecta a la sesión en sí, la experiencia podría tornarse desagradable o incluso no producirse

Imagínate que le dices a la otra persona que mides 1.80, tienes el pelo rubio, los ojos azules y cuerpo de gimnasio, y cuando apareces, tu cita se encuentra con un Dani De Vito o una Carmen Machi. Pues saldrá corriendo. Y con razón. 

Tampoco te tires el "pisto" diciendo que has tenido decenas de sesiones si en realidad es la primera. Esas cosas se notan, creeme, y más si la otra persona si que tiene algo de experiencia. 

En serio, no mientas, lo echarás todo a perder y no hace falta que te diga lo que cuesta tener una sesión real ¿verdad? 


LA PRIMERA SESIÓN ES LA QUE MÁS RECORDARÁS 

Algunas de estas recomendaciones parecen obvias pero creeme que mucha gente las olvida. 

Cúmplelas todas y tendrás una experiencia inolvidable junto con una persona a la que, como a ti, le apasiona el spanking. 

Seguramente tendrás sesiones mejores y más excitantes a lo largo de tu vida (aquí, como en casi todo, la experiencia es un grado) pero esa primera sesión será una de las que más recuerdes. 

Ahora te toca a ti; ¿algún consejo o recomendación antes de afrontar la primera sesión? 

Te leo en la sección de comentarios 😉








Nos gusta. Lo vivimos.

  El fuego del spanking te quema desde que te levantas hasta que te acuestas. Algunos vivimos este delicioso infierno desde que tenemos uso ...