domingo, 20 de noviembre de 2022

Recordando mi segunda sesión con "A" (primera parte)




Hace poco una amiga spankee me propuso como tema para una próxima entrada del blog, que contase como fue alguna de mis sesiones.

Siempre es agradable rememorar buenos recuerdos así que he decidido hacerla caso y voy a contaros como fue la última sesión que tuve con "A".


MI SEGUNDA SESIÓN CON "A". EL REENCUENTRO

Conocí a "A" a través de la ya extinta Pasión.com. Ella respondió a uno de mis anuncios teniendo las cosas muy claras respecto como sería su primera sesión de spanking.

Tras esa primera (y muy severa) sesión, seguimos manteniendo el contacto por email pero volver a quedar era complicado por circunstancias que no vienen al caso, hasta que un día se volvieron a alinear los astros y "A" vino a mí casa para tener una segunda sesión, que es de la que os voy a hablar.

Coged palomitas porque las cosas (y los culos) se van a calentar. ¿Preparados?

Después de recoger a "A" en la estación de tren, llegamos a casa y subimos directamente a la que yo llamaba la habitación del spanking (una de las ventajas de la soltería era poder tener una habitación a la que llamar "habitación del spanking"). 

Habían pasado algunos años y ya no era la joven estudiante universitaria a la que conocí y castigué. Era algo más madura pero seguía siendo una joven spankee que iba a convertirse también en Spanker durante un rato. 

En nuestros intercambios de correos, surgió la posibilidad de azotarme a mí también en nuestra próxima sesión, y con esa idea subimos a mi habitación. 

A mí ya me habían azotado otras veces pero nunca alguien a quien hubiera castigado yo antes y reconozco que eso me ponía nervioso, a la par que me motivaba mucho 😜. 


"A" SE PONE SERIA

Nada más entrar en la habitación, "A" se sentó en la cama y me dijo que trajese un cepillo del pelo y una cuchara de madera. Lo dijo muy seria así que obedecí sin rechistar. En ese momento recuerdo pensar que se había metido en el papel completamente y que iba a cobrar a base de bien. 

Dejó el cepillo y la cuchara en la cama, junto a ella, y me dijo que me quitase la parte de arriba de la ropa. Me hizo con el dedo el gesto de que me acercase y me desabrochó los vaqueros, me los quitó y me dijo que me tumbase sobre sus rodillas. 


EMPIEZA EL CASTIGO

Empezó a azotarme con la mano, sobre los boxer que al ser finos y ajustados tampoco es que ofrecieran una gran protección. Los azotes eran a buen ritmo y de una intensidad intermedia. Recuerdo pensar que tendría que esforzarse más si quería sacarme un simple "¡ay!". Y vaya que si se esforzó. 

Después de unos minutos así y pese a que no estaba siendo la azotaina más dura de mi vida, la excitación ya era patente desde hacía rato y cuando "A" quiso bajarme los calzoncillos, estos se engancharon donde os podéis imaginar debido a la más que notable erección que ya tenía. 

Tuve que levantarme de sus rodillas para que pudiese bajarme los bóxer y tras ver mi erección, y mientras me acariciaba los testículos, me dijo algo así como: ya va tocando pasar a otro nivel. Volvió a tumbarme sobre sus rodillas y recuerdo que cuando sus vaqueros volvieron a rozar mi miembro, un intenso y delicioso calambre lo cruzó de arriba a abajo. 

Cepillo en mano, "A" reanudó la azotaina sobre mí culo desnudo, esta vez con más vigor e intensidad. El ritmo seguía siendo igual de vivo pero los azotes eran más fuertes, y aquel cepillo negro, pese a ser de plástico, picaba lo suyo. El culo empezaba a calentarse y la excitación iba a más. 

De vez en cuando paraba y me acariciaba los cachetes con el cepillo haciendo movimientos circulares. Después volvía a la carga con decisión. La spankee a la que azoté años atrás se estaba vengando y lo estaba disfrutando. Se notaba. 


LA AZOTAINA SE CALIENTA

"A" decidió que ya bastaba de cepillo y me dijo que me levántase. El culo me ardía, la azotaina estaba siendo larga. Ella se levantó también y empezó a quitarse la ropa. Volvió a sentarse, ya desnuda. Cogió la cuchara de madera y se dio unos cuantos golpecitos con ella en la palma de la mano mientras me decía: "túmbate otra vez". 

Para ese momento, y siendo sincero, yo estaba ya que iba a explotar así que cuando la punta de mi pene volvió a rozar contra sus muslos, esta vez desnudos, sentí una oleada en los geniales (y en todo el cuerpo) que me hizo pensar que todo mi ser se iba a desbordar en ese mismo instante como una presa que se rompe. 

La joven spankee reconvertida a Spanker, me acarició el trasero dolorido durante unos segundos antes de agarrarme por la cadera y empezar a descargar una lluvia constante de azotes con la cuchara que picaron de lo lindo. Así estuvo un buen rato, azotando mi culo desnudo y ardiente. Mientras me azotaba no hablaba. Estaba completamente concentrada en lo que hacía. 

Según la azotaina iba tocando a su fin, "A" subía la intensidad de los azotes. La cuchara pica bastante, que os voy a contar, y yo empezaba a retorecerme, lo que hacía que me rozase cada vez más contra sus muslos. Estaba a punto de correrme, iba a reventar de un momento a otro y la verdad es que me hubiera dado bastante corte pero no podía/quería hacer nada por evitarlo. 

Los azotes eran rapidísimos, son las ventajas de azotar con la cuchara, y fuertes. De repente se rompió el ritmo frenético y sentí cinco o seis impactos durísimos, seguidos, primero en un cachete y luego en el otro. En ese momento supe que la azotaina había terminado. 


EL INEVITABLE FINAL 

"A" me acarició los cachetes con suavidad y fue bajando poco a poco hasta alcanzar mi entrepierna. Siguió acariciando y masajeando mis testículos llenos a rebosar. Yo respiraba como si corriese una maratón, no podía más. 

Su mano se introdujo un poco más entre mis piernas y agarró mi pene hinchado y palpitante. El abundante líquido preseminal lo tenía completamente lubricado. Agarró y acarició con suavidad la punta de mi miembro, cubriéndola con toda la mano, y ahí, con el culo ardiendo y sobre sus muslos desnudos, exploté en uno de los orgasmos más intensos que he tenido jamás en mi vida. 


LA COSA NO TERMINA AQUÍ 

Después de cobrar yo, la joven "A" tuvo que pasar también por mis rodillas, en su caso además de una forma más dolorosa, ya que yo no soy tan benevolente como ella. 

Pero en vista de la extensión de la entrada (es lo que tiene rememorar estas cosas, que uno se lía) voy a dejar la parte de su castigo para la próxima publicación. 

En unos días podrás leer mi "venganza" sobre mi queridísima Spanker por un día.  ¡No te la pierdas! 

Por cierto, "A", si estás leyendo este blog te mando besos y azotes a partes (casi) iguales 😉



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Nos gusta. Lo vivimos.

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