sábado, 21 de enero de 2023

Spanking y sadomasoquismo











Hablando esta semana con una spankee sobre sus límites, antes de quedar para una sesión, se me planteó un tema interesante. Es la relación entre spanking y sadomasoquismo. Una relación que es obvia, ambas cosas están estrechamente unidas pero en unos spankos más que en otros.
Siempre he dicho que el placer del spanking nace en un 80% de lo psicológico, y sigo pensándolo. Es decir, para mí la salsa de todo esto no son los azotes en sí, sino el contexto, el juego previo, la interacción personal, las conversaciones, etc. 

Pero no podemos obviar la importancia de los azotes y con ello la intensidad de los mismos. 

Una azotaina que se queda corta en intensidad, que no pica, o mejor aún, que no duele, es una azotaina descafeinada. Para mí que soy switch, no hay nada más frustrante que quedarme con ganas de haber recibido más azotes o que hayan sido más intensos de lo que fueron. Y me consta que es algo que también les pasa a muchas spankees. 

Esto, como es lógico, no es más que mi preferencia personal, habrá much@s spankos que prefieran las azotainas más lights, lo cual es respetabilísimo. 

Con esto quiero decir que el sadomasoquismo, que a grandes rasgos, no es más que el placer por causar o recibir dolor a otra persona, es algo que está muy presente en el spanking. 

Ojo, no confundamos sadomasoquismo con látigos, cuero, látex, y toda la parafernalia del BDSM. Hablo del sadomasoquismo dentro del spanking. El placer por recibir y aplicar una azotaina que duela de verdad, de esas que estás deseando que termine porque ya no puedes más; de esas que antes de empezar quieres pero no quieres recibir; de esas que piensas: "en qué hora me he tenido que meter en este lío" pero al rato estás contando los días o las horas para volver a "pasarlo mal". 

Para mí no hay nada como una de esas azotainas duras, que duelen de verdad, en las que él culo queda de un rojo brillante y las lágrimas resbalan por la mejilla de la spankee mientras me mira arrepentida de sus fechorías. 

Sobra decir que si os gusta el spanking severo como a mí, con más motivo tenéis que fijar unos límites previos y una palabra de seguridad y llevarlos a rajatabla tal y como los dicte la persona a la que vais a azotar, que no nos engañemos, al final es quien manda. Y así es como debe ser. 

Este post tan trascendental (😂) ha sido una reflexión mañanera de sábado, que hago desde debajo de las mantas de mi cama mientras veo escalar el sol lentamente a través de mi ventana. 

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Qué paséis un buen finde lleno de azotes y regañinas. 

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