miércoles, 25 de enero de 2023

El recurso del pataleo











Durante los años que llevo en este mundillo del spanking me he encontrado con chicas más expresivas que otras a la hora de enfrentarse al castigo. Desde las que no movían apenas un musculo durante la sesión y encajaban los azotes con absoluta resignación y entereza, hasta spankees que gritaban, lloraban y pataleaban desesperadamente.

Para mí no hay nada como ver derramar a la spankee sus tiernas lágrimas mientras la estoy aplicando el castigo que merece. Al igual que siento una gran satisfacción cuando, presa de la desesperación, la pobre empieza a patalear nerviosamente al sentir como aumentan la fuerza y carencia de los azotes. Admito que los gemidos y sollozos que producen una buena azotaina son música celestial para mis oídos.

Dar rienda suelta a este tipo de comportamiento de la spankee durante la azotaina tiene otros beneficios. 

Por ejemplo, realza la parte "infantil" de la spankee. El pataleo y el llanto de la chica (o el chico) a la que estamos castigando, la hace lucir como lo que seguramente es; una niña malcriada a la que hay que disciplinar por mucho que ella no esté de acuerdo. 

También aporta verosimilitud y realismo al castigo. Qué duda cabe de que unos azotes bien dados provocan una reacción en nuestra contraparte y qué reacción hay más natural y más típica en una spankee que esos pataleos y contorsiones tan genuinas. 

Otro beneficio importante es el feedback que estas reacciones aportan al Spanker. Cuando la chica no puede evitar mover las piernas arriba y abajo como si tuvieran vida propia, quiere decir que los azotes están causando el efecto deseado. Duelen. Y ella está siendo consciente de que lo que ha hecho está teniendo consecuencias. Por otro lado también es importante ese feedback de cara a la seguridad. Un buen Spanker sabrá si debe bajar el ritmo al percibir una desesperación "fuera de tono" en esa agitación. Puedo decir por experiencia que las spankees no decís la palabra de seguridad aunque lo estéis pasando realmente mal por no romper la magia de la azotaina. Darse cuenta de que se está en ese punto es una sensibilidad que no es fácil de explicar pero que todo buen Spanker debe tener. 

Un beneficio añadido es el que le aporta a la spankee. Cuando la azotaina se torna especialmente severa, poder canalizar ese dolor y esa tensión de alguna manera ayuda muchísimo a sobrellevar el "mal trago". No tiene que ser un pataleo, el mero hecho de desahogarse gritando, llorando o quejándose, es suficiente. Yo también he cobrado así que sé de lo que hablo 😜. 

Los gritos y las pataletas están bien pero como casi todo en esta vida, con moderación. Si la spankee se vuelve demasiado inquieta hasta el punto de volverse incontrolable, habrá que enseñarla donde está el límite y hacerla saber que debe parar si no quiere agravar su situación. 

Para terminar, quiero puntualizar que en ocasiones, imponer a la spankee la prohibición de quejarse y/o moverse durante el castigo, también tiene su aquel y puede ser tremendamente morboso para ambas partes pero yo soy claro partidario de que la muchacha se exprese con libertad y dé rienda suelta a sus pasiones "spankeriles". 

Y tú, ¿qué opinas del recurso del pataleo? 

Te leo en los comentarios 😉






2 comentarios:

  1. Como spankee con unos pocos mese de experiencia, no puedo estar más de acuerdo. Al menos en mi caso cuando acudo a una sesión, está todo pactado y se a lo que voy, y aunque se pueda emitis algún gemido o gritito nunca he intentado evitar ni escapar de castigo.
    Te sigue atentamente,
    A

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    1. Hola, A.

      Veo que eres una spankee que aguanta estoicamente los castigos que la imponen. Tu Spanker estará encantado 😉.

      Me alegra que te guste el blog.

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