jueves, 2 de mayo de 2024

Nos gusta. Lo vivimos.


 El fuego del spanking te quema desde que te levantas hasta que te acuestas.


Algunos vivimos este delicioso infierno desde que tenemos uso de razón.  Desde niños.

Otros lo descubrís más tarde. En cualquier caso es algo cotidiano. Cualquier situación, en principio aséptica, que vivimos a diario, se puede convertir en una hipotética vivencia spanka.

Fantaseamos con un rostro que vemos en el autobús, con una palabra que escuchamos a alguien en el paraque o con una escena con la que nos topamos en la oficina.

Culos rojos, mejillas humedecidas por lágrimas abrasadoras, súplicas repletas de deseo y percusión de la carne contra el objeto que nos suena como música celestial.

Qué haríamos sin spanking, qué no haríamos por vivir el spanking como deseamos.

Bendita adicción. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario