martes, 26 de noviembre de 2024

La hija del director (serie Residencia Universitaria Santa Justa)


Este es el primer relato de lo que será una serie de varios, encuadrados en la Residencia Universitaria Santa Justa. Un centro de internamiento para chicas de entre 19 y 23 años, en el que estudiarán, se relacionarán y convivirán.

Habrá personajes recurrentes como los que protagonizan este primer relato, Diego Díez e Isabel Díez. 

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LA HIJA DEL DIRECTOR


—¡Adelante, ya puedes venir!

Diego entró en el salón enmoquetado y se sentó en una esquina del puf que complementa el enorme sofá tipo cheslong. No recibió respuesta pero sabía perfectamente que su mensaje había sido recibido.

Efectivamente, pocos segundos después apareció la pequeña Isabel, completamente desnuda, sosteniendo una paleta de madera que había traído de la cocina. Se la entregó a Diego.

—Supongo que es una broma. Te dije la cuchara de madera. Esta paleta es mucho más endeble y ligera. Sabes perfectamente a la cuchara a la que me refiero. Pon esto en su sitio y tra la cuchara.

—Sí, papá —Isabel desapareció del salón con celeridad y la cabeza agachada. Enseguida regresó con la maciza y barnizada cuchara de madera. Una cuchara que nunca se utilizaba para cocinar y que tenía grabadas dos bonitas rosas rojas en su cuenco. Se la entregó a su padre sin levantar la vista del suelo.

—Eso está mejor. —El señor Díez se dio una palmada en su rodilla izquierda—. Túmbate aquí. 

Isabel se tumbo sobre la pierna de su padre sin dudar. Sabía que era mejor obedecer a la primera. Pese a ello tenía miedo. Sintió en la parte interior de sus muslos el tacto de la tela vaquera de los pantalones. Después fue Diego el que percibió el calor desprendido por el sexo lampiño de su hija al posarse sobre su pantalón.

Sin mediar una palabra, mientras apoyaba su mano izquierda en el muslo de la joven, empezó a azotar con velocidad el trasero desnudo de Isabel. De inmediato ella empezó a emitir agudos quejidos. Desde el primer golpe

Descargaba varios azotes seguidos y rápidos en la nalga izquierda y, sin solución de continuidad, pasaba a la nalga derecha.

Los quejidos de la pequeña Isabel eran cada vez más agudos y no podía evitar levantar espasmodicamente su pierna izquierda cada vez que la cuchara trabajaba sobre esa nalga.

—No recuerdo haberte dado permiso para que seas tú quien elija el instrumento con el que voy a castigarte. Si digo trae la cuchara, es la cuchara. Sabes muy bien a cual me refería. 

Perdona, papá, ¡snif! —Dijo con la voz entrecortada y sollozante.

Isabel empezaba a agitarse de un lado a otro y las quejas y sollozos se estaban convirtiendo en gritos y súplicas:

—¡Por favor, papá, me duele!

—Aham.

El señor Díez asintió pero no bajó lo más mínimo el ritmo. Siguió azotando a la joven sin piedad.

Todo el trasero de Isabel había adquirido un tono rosa intenso, que contrastaba con el excepcionalmente pálido tono de piel que posee la chiquilla.

El dolor se hacía insoportable y rompió en llanto mientras gritaba de forma desgarradora:

—¡Perdona, por favor, papiii!, ¡de verdad que lo siento!

De nada servía. Su padre era realmente severo y si tenía que aplicar un castigo lo aplicaba hasta el final. Lo hacía con su hija exactamente igual que con cualquiera de las otras chicas del internado. No habría ningún tipo de privilegio para ella por ser la hija del director.

—¡Aaaah!, ¡buaaa!, ¡mamaaa!, ¡aaargh!

No tenía ya fuerzas ni para articular palabras con sentido. Solo gritos, lloros y jadeos. Incluso, en mitad del tormento, se le escapó el llamar a su madre, a la que no veía desde hacía años, después de que esta se marchase con otro hombre y les abandonara a ambos. Tal era su desesperación

La cuchara empezaba a dibujar círculos blanquecinos sobre el color rojo brillante en que habían tornado los doloridos glúteos de Isabel.

De repente un azote seco y mucho más fuerte que todos los precedentes hizo soltar un alarido desesperado a la pequeña. Parón. Otro azote con todas las fuerzas de Diego y el peso macizo de la cuchara golpeó la nalga izquierda de Isabel, que hizo que su pierna izquierda se moviese sin control. Otro parón.

"!!!PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!!!"

—¡Auuu!, ¡aaaaah!, ¡no, por favooor!, ¡¡aaargh!!

La última media docena de azotes fueron un verdadero infierno. Diego descargó esos últimos golpes con toda la fuerza y severidad de que era capaz, tal vez picado por escuchar a su hija llamar a su madre, que tan mal se portó con ellos.

Los azotes cesaron y la joven de 19 años lloraba desconsolada, tendida aún sobre la rodilla de su padre y el puf.

—Sí tiene que volver a llamarme un profesor para decirme que mi hija, nada menos que LA HIJA del director, se ha presentado a clase sin llevar la tarea hecha, esto habrán sido solo unas simples caricias. Ahora vete a tu habitación

Isabel obedeció sin rechistar mientras corría a toda velocidad hacia su cuarto. Llorando a lágrima viva se dejó caer en la cama, desnuda todavía, y se quedó dormida entre sollozos, abrazada a su enorme oso de peluche.


FIN


Si eres mujer de la Comunidad de Madrid y buscas sesiones reales a domicilio, escríbeme a 

azotescaseros@gmail.com 





lunes, 11 de noviembre de 2024

¿Es necesario tener un motivo para dar o recibir una azotaina?




En cierta ocasión alguien me preguntó si debe haber una razón o motivo que justifiquen unos buenos azotes, o si estos pueden aplicarse por mero deseo del spanker. En este artículo, exploraremos ambos enfoques: el spanking con motivo y el spanking sin motivo. Ambos pueden ser igual de gratificantes, y cada uno aporta elementos únicos que enriquecerán tu experiencia.


Spanking con motivo: creando un juego de roles


El spanking con motivo suele incluir una narrativa que enriquece la experiencia al agregar una capa de juego de roles. Aquí, la spankee “merece” el castigo por algún motivo, lo cual intensifica el vínculo de dominación y sumisión (D/s) entre los participantes. Este tipo de spanking, en el que el castigo tiene una justificación, te permite adentrarte en una experiencia que sientes más real y personal.

La idea de “corregir” o “castigar” se convierte en una herramienta para que explores la dinámica de poder sin que exista un motivo de peso en la vida real (o sí). De esta forma encontrarás en esta estructura de “castigo” un aspecto psicológico que reforzará la conexión emocional donde la spankee confía plenamente en su Spanker.


Beneficios del spanking con motivo


1. Conexión emocional profunda: Agregar una justificación para el spanking incrementa la intensidad emocional y crea una narrativa compartida que hace que tu experiencia sea más rica.

2. Exploración de roles y dinámicas: La estructura de “recompensa y castigo” te permite una inmersión total en roles específicos, que refuerza la confianza entre los participantes y te permite experimentar el poder de manera segura.

3. Placer psicológico: La sensación de que mereces el castigo otorga un mayor placer psicológico, haciendo que el acto cobre un sentido adicional.


Ejemplos de motivos para el spanking


1. Infracción de reglas: Es habitual crear reglas ficticias y que romperlas sea el detonante de la azotaina. Si eres la spankee ya debes saber que esto hace que anticipes el castigo, generándote emoción y tensión.

2. Desobediencia intencional: En ocasiones, la spankee “provoca” al Spanker para ser castigada (sí, lo haces. Y sí, nos desquicia y encanta a partes iguales). Es una forma divertida de juego donde ambos conocéis y disfrutáis del desenlace.


Spanking sin motivo: pura expresión de deseo


Por otro lado, tal vez prefieras el spanking sin ningún motivo específico. Aquí, el foco está en el acto en sí mismo, sin necesidad de justificación. Este tipo de spanking es una expresión espontánea de deseo, donde el Spanker actúa por su propia satisfacción y ambos disfrutáis de una experiencia de placer físico y emocional.

El spanking sin motivo es liberador, ya que no se enmarca en ninguna estructura de rol o normas predefinidas. Aquí, cada azote es una muestra de la conexión entre tú y tu pareja de spank, sin reglas ni guiones. Es un estilo ideal si deseas disfrutar de la experiencia sin esperar otro significado que el de estar juntos en un momento de intensidad.


Beneficios del spanking sin motivo


1. Espontaneidad y libertad: Al no necesitar una razón, el Spanker actúa movido por el deseo, lo que puede ser muy estimulante para ambos.

2. Conexión sin guiones: Este estilo de spanking es una forma de reafirmar tu conexión con tu Spanker o spankee, disfrutando cada reacción sin ataduras a un rol.

3. Liberación de expectativas: Al no haber reglas, puedes explorar el spanking sin sentirte limitado, abriéndote a nuevas sensaciones. Como Spanker tienes más libertad de acción (dentro de los límites que tengáis pactados) y como spankee puedes abandonarte al placer y la excitación de forma más 'pura' y deshinibida (si es que no lo hacías ya).


¿Qué estilo elegir?


Al final, ambos estilos de spanking tienen su atractivo y pueden alternarse según la ocasión y el estado de ánimo de la papareja. No tienes por qué elegir entre uno y otro. En el spanking, las reglas y los limites los marcas tú, en consenso con tu spanko. Algunos disfrutaréis del spanking con motivo por la inmersión en el rol, mientras que otros preferiréis la espontaneidad del spanking sin justificación. La clave es encontrar el equilibrio y probar ambos estilos.


La importancia del consenso en el spanking


Sé que esto te lo sabes al dedillo pero nunca está de más recordarlo. Además me consta que cada vez os acercáis más lectores a este blog y algunos estáis empezando en este maravilloso mundo del spanking, por lo tanto:

Ya sea con motivo o sin él, el consenso es la base de cualquier práctica de spanking. Antes de comenzar, debéis establecer vuestras expectativas y límites, de manera que ambos os sintáis seguros y libres de disfrutar de la experiencia. La comunicación también permite ajustar el nivel de intensidad, frecuencia y duración, para adaptarse al confort de ambos. Esto evitará situaciones desagradables, para que no pequéis de exceso, y lo hará mucho más divertido y satisfactorio, ya que sabiendo hasta dónde llegar os aseguráis de no quedaros cortos.


Conclusión: ¿Es necesario un motivo para el spanking?


Evidentemente, no. No existe una única manera de disfrutar del spanking. Mientras que para algunos es importante que haya un motivo, para otros la satisfacción surge simplemente del acto en sí. Lo esencial es que ambas partes compartáis vuestros deseos y encontréis un punto en común que os permita disfrutar plenamente de esta práctica.

El spanking es la forma de conexión más íntima, tanto física como mental, que puedo tener con alguien. Si estás leyendo este blog, probablemente también lo sea para ti



viernes, 1 de noviembre de 2024

Pros y Contras de una Relación 24/7 Basada en el Spanking: ¿Vale la Pena?




Para los amantes del spanking, una relación 24/7 donde la disciplina y los roles de sumisión y dominación se integran en la vida diaria puede ser una experiencia profundamente gratificante. Sin embargo, una relación de este tipo también tiene sus retos. En este artículo, analizo los pros y contras de una dinámica de spanking 24/7 para ayudarte a decidir si es el estilo de relación adecuado para ti. 

Trato a la figura de spankee en femenino y a la de Spanker en masculino para simplificar el artículo y no hacerlo farragoso. Sobra decir que puede ser al revés perfectamente. Y sin más preámbulo, vamos a lo que interesa. 

¿Preparad@ para vivir en un mundo de spanking "eterno"?


¿Qué es una Relación 24/7 Basada en el Spanking?


Primero, aclaremos: una relación 24/7 significa que los roles y prácticas del spanking se mantienen de forma continua. Esto va más allá de las sesiones ocasionales, convirtiéndose en una forma de vivir y de conectar con la pareja. Lo mismo puedes cobrar por 'pisarle lo fregao' a tu Spanker, que por dejarte encendida la luz del baño. Este tipo de relación requiere de acuerdos muy claros y una comunicación continua. ¡Vamos a ver sus ventajas y desventajas!


Pros de una Relación 24/7 Basada en el Spanking


1. Profundización de la Intimidad y Confianza en la Pareja

 En una relación 24/7, el spanking se convierte en una herramienta para fortalecer la confianza. La entrega de la spankee y el compromiso del Spanker generan una conexión muy profunda, donde ambos se sienten seguros y aceptados. Este tipo de relación ayuda a construir una base sólida de confianza mutua.


2. Claridad en los Roles y Dinámicas 

Uno de los beneficios más importantes del spanking 24/7 es la claridad en los roles. El Spanker y la spankee saben exactamente cuál es su papel en la relación, lo cual puede simplificar la convivencia y evitar malentendidos. Esto hace que la relación tenga una estructura y reglas claras. Digamos que se tiene claro 'quien lleva los pantalones'. Esto puede ser un arma de doble filo, lo veremos más adelante.


3. Un Camino Hacia el Crecimiento Personal 

El spanking como parte de una relación 24/7 puede ser una herramienta para el autoconocimiento y el crecimiento personal. Al mantener los roles de forma continua, tanto el Spanker como la spankee tienen la oportunidad de reflexionar sobre sus propias emociones y mejorar en aspectos como el autocontrol, la empatía y la comunicación. 


4. Seguridad Emocional y Estabilidad 

Las relaciones de spanking 24/7 pueden proporcionar estabilidad. La constancia en los roles y la disciplina regular crean un entorno seguro y predecible para ambos. Esto es especialmente importante para la spankee, que puede encontrar en esta estructura una sensación de pertenencia y seguridad emocional. Aporta tranquilidad mental a la spankee.


Contras de una Relación 24/7 Basada en el Spanking


1. Alto Nivel de Dedicación y Energía 

Mantener una relación de spanking 24/7 requiere tiempo, esfuerzo y dedicación. La continuidad en los roles puede ser agotadora para ambas partes, especialmente si alguno de los dos atraviesa momentos de estrés o tiene muchas responsabilidades externas. Esta exigencia puede hacer que la relación se vuelva difícil de mantener


2. Riesgo de Difuminar los Límites 

En una relación 24/7, es fácil que los límites se vuelvan menos claros. La línea entre el juego y la vida cotidiana puede llegar a confundirse, haciendo que algunos límites se diluyan. Esto puede llevar a problemas si alguno de los dos necesita una pausa o si se pierde la noción de lo que es consensuado y saludable. Principalmente el Spanker tiene que tener claro que a veces su rol tiene que quedar al margen, por ejemplo a la hora de discutir temas trascendentales concernientes a la situación de pareja.


3. Presión para Mantener el Rol Constante 

Tanto el Spanker como la spankee pueden sentir presión para actuar en su rol continuamente. Esto puede ser cansado y, en ocasiones, limitante para ambos. Por ejemplo, el Spanker puede sentir que debe ejercer autoridad en todo momento, mientras que la spankee puede creer que debe mostrarse siempre sumisa, incluso si en algún momento necesita expresar sus propias ideas o emociones fuera del rol.


4. Desafíos Sociales y Aislamiento 

Vivir una relación de spanking 24/7 puede ser complicado de entender para aquellos que no comparten este estilo de vida. Esto puede llevar a la pareja a cierto aislamiento social, pues es posible que no encuentren comprensión o apoyo en su entorno. Esto puede ser un reto, especialmente si tienen pocas personas con quienes compartir esta parte de su vida. Por otro lado, también pueden darse situaciones en público que pueden generar cierto morbo. 😉


¿Merece la Pena una Relación de Spanking 24/7?


Una relación 24/7 basada en el spanking puede ser increíblemente satisfactoria para quienes buscan una conexión profunda y estructurada con su pareja. Sin embargo, es fundamental que ambas partes estén dispuestas a mantener una comunicación honesta, a respetar los límites y a cuidar el bienestar de cada uno. Si se logra un equilibrio saludable, esta dinámica puede fortalecer la relación, pero también implica una responsabilidad continua.

Para los amantes del spanking como tú y como yo, adoptar una relación 24/7 puede ser una experiencia transformadora, siempre y cuando ambos se comprometan a cuidar y respetar los acuerdos.

Yo nunca he tenido la oportunidad de vivir una relación así pero, sin duda, lo haría si tuviera la oportunidad. ¿Y tú?



lunes, 28 de octubre de 2024

Famosos que Han Confesado sus Experiencias con el Spanking: ¡Descubre Quiénes Son!




El mundo de las celebridades es un lugar donde lo privado y lo público se cruzan constantemente. Y cuando hablamos de temas íntimos, como el spanking, la curiosidad siempre está a flor de piel. Algunas estrellas han decidido abrirse y contar sus experiencias, ¡y aquí te traemos una lista de los famosos que han hablado sin tapujos sobre su gusto por el spanking! ¿Quiénes son? ¡Sigue leyendo y descúbrelo!


1. Rihanna: Sin Miedos y con Mucho Estilo


Rihanna no solo es una estrella del pop mundialmente conocida, sino que también es famosa por su actitud desinhibida y su sinceridad. En varias entrevistas, la cantante ha hablado de su gusto por las dinámicas de poder y ha mencionado que el spanking forma parte de sus preferencias personales. Esta confesión dejó a más de uno sorprendido, pero también la hizo más cercana a sus fans, quienes admiran su autenticidad y su capacidad de ser ella misma. ¡Rihanna siempre rompe las reglas y esta vez no fue la excepción!


2. Charlie Hunnam: De “Sons of Anarchy” a la Vida Real


Charlie Hunnam, conocido por su papel de motociclista rudo en "Sons of Anarchy", fue el primer elegido para interpretar a Christian Grey en "Cincuenta Sombras de Grey". Y aunque finalmente no se quedó con el papel, Hunnam ha hablado en entrevistas sobre cómo ciertas dinámicas de poder, incluido el spanking, no le son del todo ajenas. Esta revelación hizo que muchos de sus fans se preguntaran si el actor tiene un lado más travieso de lo que parece. ¡No todo es ficción en Hollywood!


3. Madonna: La Reina del Pop También Rompe Tabúes en la Intimidad


Si hay una persona que siempre está dispuesta a hablar abiertamente sobre su vida, esa es Madonna. La artista ha mencionado en varias ocasiones que le gusta explorar todos los aspectos de su sexualidad, y el spanking no es una excepción. Para ella, es solo una forma más de vivir la vida sin tapujos y con total libertad. ¡Y no hay nada más Madonna que eso! Su actitud valiente ha inspirado a miles de personas a no tener miedo de sus gustos y a ser auténticos.


4. E.L. James y el Spanking en la Cultura Pop


E.L. James no es una estrella de cine, pero su nombre se hizo mundialmente famoso gracias a su saga "Cincuenta Sombras de Grey". La autora ha reconocido que sus libros se inspiran en dinámicas de poder que atraen a muchas personas, y el spanking es uno de los elementos clave en su historia. Aunque es una obra de ficción, E.L. James logró que el mundo hablara del spanking con más naturalidad, llevándolo de los rincones privados a las conversaciones cotidianas. ¡Y vaya que lo logró!


Por Qué las Confesiones de Estos Famosos Importan


Que figuras públicas hablen sobre sus experiencias con el spanking ha ayudado a que el tema deje de ser un tabú. Sus confesiones han servido para que muchas personas se sientan más cómodas al hablar de sus propias preferencias y fantasías, sabiendo que no están solas. Y al final del día, ¡lo más importante es que cada uno viva su vida de la forma que le haga feliz!


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Si te interesan los temas sobre la vida íntima de los famosos y quieres saber más sobre el mundo del spanking, no olvides compartir este artículo en tus redes sociales. ¡Y déjanos un comentario sobre lo que piensas! ¿Qué otro famoso crees que podría haber tenido experiencias similares? ¡Nos encantaría leer tus teorías!


domingo, 20 de octubre de 2024

Bloqueo emocional


 




 Clara llevaba semanas sintiendo una opresión en el pecho, un nudo que parecía haber atado cada emoción dentro de ella. Se lo confesó a su mejor amigo, Diego, una noche fría mientras caminaban por el parque. Bajo las farolas que proyectaban sombras alargadas sobre la acera, ella bajó la mirada y habló en voz baja, como si le costara reconocerlo en voz alta.


—Diego, necesito tu ayuda —dijo, su voz temblando ligeramente—. Tengo un bloqueo emocional desde hace mucho tiempo. Siento la necesidad de llorar, de soltarlo todo, pero... no puedo. Es como si algo dentro de mí se hubiera roto y ya no supiera cómo soltar las lágrimas.


Diego la miró, preocupado. Era la primera vez que la veía así de vulnerable. Sabía que Clara siempre había sido fuerte, la persona a la que todos acudían cuando necesitaban apoyo. Pero ahora, ella se mostraba frágil frente a él.


—¿Cómo crees que puedo ayudarte? —preguntó, tratando de entender a dónde quería llegar.


Clara tragó saliva, le costaba pronunciar las siguientes palabras. Sabía que era un pedido extraño, pero sentía que no tenía otra opción.


—Sé que practicas el spanking... Lo sé desde hace tiempo, y he estado pensando que tal vez, si recibiera una... una sesión, como un favor, podría ayudarme a romper este bloqueo. Quizá el dolor físico me ayude a soltar todo lo que llevo dentro.


Diego se sorprendió. No era algo que esperase de Clara. Al principio, la idea le incomodó. Se preocupaba de cruzar líneas que no debían ser cruzadas, de arriesgar su amistad. Pero al ver la mirada suplicante de Clara, sintió que no podía dejarla sola con ese dolor que la atormentaba.


—Clara, no estoy seguro de esto... —dudó—. No quiero que te arrepientas después, ni que afecte lo que tenemos.


—Por favor, Diego. Confío en ti. Solo... necesito salir de esto —insistió, con una mezcla de urgencia y esperanza en los ojos.


Después de una larga pausa, Diego asintió con un leve suspiro. Decidieron verse al día siguiente en casa de Clara. Ninguno de los dos sabía realmente qué esperar, pero ambos comprendían la importancia del momento.


Cuando Diego llegó a la casa de Clara, ella lo recibió con una sonrisa nerviosa. Habían preparado una habitación pequeña, alejada de todo, donde nadie los molestaría. Diego se sentó en la cama y le hizo un gesto a clara para que se sentará junto a él. La miró a los ojos en silencio durante unos segundos, como buscando en su mirada un atisbo de duda que le sirviera como excusa para decirla que no era buena idea. Al no encontrarlo, levantó con decisión el camisón corto de verano que vestía Clara y se lo sacó por los hombros. Le sorprendió comprobar que no llevaba ropa interior. Clara quedó completamente desnuda ante sus ojos.


—Túmbate sobre mis rodillas. ¿Estás segura de esto? —preguntó Diego por última vez.


—Sí, lo estoy —respondió ella, despues de un hondo suspiro.


Diego comenzó, aplicandola azotes firmes pero controlados. El primer golpe hizo que Clara se sobresáltase. Sin embargo, lo esperaba.


Poco a poco Diego intensificó los azotes. Clara cerró los ojos, sintiendo el calor que crecía en su piel, el dolor que parecía propagarse como una corriente a través de su cuerpo. Pero no era solo dolor físico; algo en su interior empezaba a crujir, como si la fortaleza que había construido durante años finalmente se estuviera quebrando. Cada impacto en su redondo y hermoso trasero arrancaba un débil gemido de sus labios.


Diego miraba la generosa melena negra de Clara acariciar su espalda, al tiempo que sus músculos se contraian y relajaban ritmicamente.


Apenas tuvo que alargar el brazo para alcanzar el cepillo del pelo que descansaba sobre la mesilla. El primer impacto retumbó en toda la habitación e hizo que Clara enterrase la cabeza entre las sábanas. Con el segundo se agarró con fuerza a las sábanas y el tercero la hizo dar un grito ahogado. Después vino una ráfaga de azotes rápidos y contundentes que la hicieron retorcerse sobre las piernas de Diego. 


De repente, una lágrima solitaria resbaló por su mejilla, seguida de otra, y luego de muchas más. Sin poder contenerse, Clara rompió a llorar de manera incontrolable, sus sollozos llenaban la habitación. Diego continuó azotando con fuerza las enrojecidos nalgas de su amiga. El cepillo estaba expulsando de Clara toda la ponzoña emocional acumulada. Lloraba cómo una niña pequeña. Moqueando. Con ese llanto que a veces se entrecorta para coger aire.


Diego retiró el cabello de clara tras su oreja para poder verla la cara. Su amiga tenía los ojos inhundados bajo un mar de lágrimas. Eran más verdes que nunca. Clara pestañeó en ese momento y de sus ojos cayeron dos chorretones que se deslizaron por sus mejillas y se precipitaron sobre las sábanas, haciendo más ancha la oscura mancha que las empapaba. 


Diego le dio los últimos tres azotes mientras se miraban. Clara los encajó sin apartar la mirada de su amigo, excepto en el instante en el que el cepillo chocaba contra su culo. Ahí no podía evitar cerrar los ojos, bajar la cabeza y quejarse como una chiquilla desconsolada.


Diego volvió a dejar el cepillo sobre la mesilla e inmediatamente Clara se levantó y se sentó sobre las rodillas del que a partir de ese momento sería su Spanker. Se fundieron en un abrazo dulce y eterno. Clara no podía parar de llorar. Notaba como cada lágrima derramada aliviaba su corazón, pese a que tenía el culo ardiendo.


Ambos se ma tuvieron en silencio por un largo rato, sin necesidad de palabras. Para Clara, el llanto había sido una liberación. Cuando cesaron los sollozos, y manteniendo el rostro enterrado en el pecho de Diego, le susurró:


—Gracias, Diego. No sabes cuánto necesitaba esto.


FIN.


jueves, 2 de mayo de 2024

Nos gusta. Lo vivimos.


 El fuego del spanking te quema desde que te levantas hasta que te acuestas.


Algunos vivimos este delicioso infierno desde que tenemos uso de razón.  Desde niños.

Otros lo descubrís más tarde. En cualquier caso es algo cotidiano. Cualquier situación, en principio aséptica, que vivimos a diario, se puede convertir en una hipotética vivencia spanka.

Fantaseamos con un rostro que vemos en el autobús, con una palabra que escuchamos a alguien en el paraque o con una escena con la que nos topamos en la oficina.

Culos rojos, mejillas humedecidas por lágrimas abrasadoras, súplicas repletas de deseo y percusión de la carne contra el objeto que nos suena como música celestial.

Qué haríamos sin spanking, qué no haríamos por vivir el spanking como deseamos.

Bendita adicción. 

domingo, 10 de marzo de 2024

Lluvia de verano







El calor del verano temprano hacía que todo pareciese suceder a cámara lenta. Bajo el movimiento ondulante y perezoso del ventilador del techo, los muebles de la sala de estar adquirían un aspecto onírico, borroso.

Mientras hacía zapping en la televisión, escuchaba a Lorena trastear en la cocina. El tintineo del hielo cayendo en un vaso de cristal y el burbujeo de la Coca Coca chocando contra las paredes del recipiente me hacían visualizar la escena con cierta envidia. Mi espalda se pegaba al respaldo de un sofá de cuero entre cómodo y hostil.

El estallido agudo seguido del susurro metálico de los cristales rodando por el suelo me sacaron de mi sopor. 

-—¿En serio, Lore? —la grité desde el cuarto de estar—. Recógelo todo bien y ten cuidado no te vayas a cortar.

—¡Sí, no te preocupes! Me estoy volviendo una experta en barrer cristales rotos, jijiji...

Me molestó un poco la risilla que dejó salir (tal vez con toda la intención) ya que era el segundo vaso que rompía en lo que llevábamos de fin de semana. Lorena es una chica adorablemente despistada pero una cosa es la torpeza intrínseca y otra es no poner atención deliberádamente, y encima reírte la gracia a ti misma.

Estaba reflexionando sobre tan vitales cuestiones cuando llegó a mis oídos un explícito y rotundo "¡mierda!".

No me quedó más remedio que levantarme pese a las reticencias de mi sofá que se empeñaba en retenerme tirando de la piel de mi espalda por medio de su pegajoso tejido.

Me quedé apoyado en el marco de la puerta, en silencio, presenciando el espectáculo, mientras Lorena se esforzaba, sin mucho acierto, por contener el agua que se derramaba en abundancia desde el borde de la encimera hasta el suelo parcialmente encharcado.

Cuando se percató de mi presencia cruzó sus manos tras la espalda, ladeó la cabeza y me dedicó una de sus encantadoras sonrisas inocentes, carentes de toda inocencia, y un "¡hola!" que me hizo desear abrazarla y matarla a la vez.

—¿Se puede saber qué ha pasado aquí?

—He tenido un problemilla con el grifo de la pila mientras recogía los trozos de vaso y se me ha desbordado un pelín... pero ya está controlado, ¿ves? 

Terminó la frase con otra de sus sonrisillas tiernas a la par que burlonas. Tenía la camiseta de tirantes negra de andar por casa empapada, y sus pies descalzos chapoteaban en el charco de agua que se había formado, rodeados de cristales que flotaban a su alrededor y rozaban sus talones como pequeños icebergs cortantes.

—¿Qué tal si cierras el grifo, Lore?

—Ah, pues también... jijiji.

—Veo que te hace gracia el desastre que acabas de liar. Además, podías haberte cortado.

Ambos sabíamos desde ese último "jijiji" como terminaría la situación. Es más, ella lo sabía desde su primera diabólica sonrisa que acompañó a aquel "hola". Esa sonrisita fue el verdadero desencadenante de la azotaina que estaba a punto de recibir. Dios, como adoro esa sonrisa.

—Ven aquí. 

Exentdí mi mano hacía ella para que pudiera salir del charco sin cortarse con los cristales. Vaciló unos instantes, se cruzó de brazos e hizo una especie de puchero con el labio inferior pero aceptó mi ofrecimiento. Cogí la cuchara de madera y la llevé de la mano al cuarto de estar.

Sentado en el caluroso sofá de cuero, la hice un gesto para que se tumbase sobre mis rodillas. Ella me miraba de pie, enfurruñada y, de nuevo, cruzada de brazos. Dudó un momento; levanté una ceja y, tras dar un par de pisotones de resignada frustración contra el suelo, obedeció y se tumbó encima de mis piernas.

Noté como se acomodaba en mi regazo. Levantó sensiblemente el culo y separó un poco las piernas. No tuve que decirla que lo hiciese. De hecho no tenía intención de decírselo. No había ninguna duda de que aquella sonrisa estaba pensada con este fin.

La bajé hasta las rodillas el pantalón corto del pijama. Acaricié sus nalgas, ligeramente más pálidas que el resto de su piel bronceada por las tardes estivales de sol y piscina. Sentí como se aceleraba su respiración. 

Los primeros azotes parecieron servirla para acomodarse a la situación. Durante esa primera tanda con mi mano, soltó algunos débiles gemidos. Apenas se movió, más allá de alguna elevación puntual de la cadera, apenas perceptible, cuando subía la intensidad. Lejos de huir del castigo, lo buscaba.

Tras unas breves caricias en el trasero que apenas empezaba a coger color, y un par de reproches a cuenta del estropicio y su indolencia ante el mismo, reanudé la azotaina. Ella seguía respondiendo con leves murmullos ininteligibles.

Aceleré el ritmo y aumenté la intensidad. Mi mano empezaba a marcarse cada vez con más claridad en sus nalgas y Lore comenzó a moverse de lado a lado. Los azotes empezaban a picarle y los gemidos, se hicieron más frecuentes. El minúsculo pantalón amarillo del pijama resbaló hasta sus tobillos y de ahí hasta el suelo.

—Jo, papi... —la escuché decir con la voz amortiguada por un cojín del sofá—.

Aquellas dos palabras, más que una protesta, fueron un anhelo camuflado de queja para que aumentase la intensidad del castigo, algo que iba a hacer de todas formas.

Y así fue. Los azotes empezaron a ser realmente fuertes. Sentía un hormigueo generalizado en la palma de mi mano y el culo de Lorena ardía como la frente de alguien con cuarenta de fiebre.

Su cuerpo se retorcía y tuve que sujetarla con fuerza por la cintura para que no escapase del castigo que empezaba a odiar pero también a desear con más vehemencia. 

Ante la imposibilidad de seguir con su febril contoneo, intentó taparse con el dorso de la mano.

—Mala idea, Lorena. No has debido hacer eso. 

Sujeté su mano tras la espalda y cargué parte de mi cuerpo sobre el suyo para inmovilizarla por completo. Una vez bien amarrada descargué una fuerte y rápida tanda que la hizo gritar abiertamente y patalear con desesperación. 

Su cuerpo de había ido resbalando de cintura para abajo en dirección al suelo. La cogí por los muslos y la volví a colocar sobre mis rodillas en posición completamente horizontal.

Volví a sentir como se acomodaba, esta vez con ansia, como si quisiera fundirse con mi regazo. Jadeaba. Empecé a acariciarle los cachetes, completamente enrojecidos. Levantaba el culo, ya sin ningún disimulo y movía la cadera de un lado a otro. 

"¡PLAS!". —Levántate. —La dije después de aplicarle una sonora palmada en el trasero que sonó como un pistoletazo de salida—. Ponte de rodillas en el sofá e inclinate sobre el respaldo. No hemos terminado todavía. 

—Pero papi... ya me has castigado y me duele mucho el culito... ¿Por qué no me perdonas?

Otra vez el puchero. Me miraba con la cabeza ligeramente agachada y sus enormes ojos color avellana brillaban como los de los dibujos Manga japoneses. 

Empujé su barbilla hacia arriba con mi dedo índice y la miré fijamente sin decir palabra. Nuevamente me atacó con su sonrisa. Pero esta vez era una sonrisa diferente. Era una sonrisa de complicidad. Una sonrisa fugaz que contradecía sus palabras y que expresaba deseo.

—No me hagas repetírtelo, pequeñaja.

Obedeció y se puso en posición separando las piernas por iniciativa propia. Acaricié sus nalgas con el dorso de madera de la cuchara. Le di un par de golpecitos suaves en cada cachete, a modo de calentamiento. La vibración hizo que un hilito brillante se descolgase lentamente de su entrepierna y quedase suspendido a pocos centímetros de su vagina. 

"¡PLAS!"; con el primer azote dio un respingo. Pareció cogerla por sorpresa. "¡PLAS!"; el segundo la hizo encogerse un poco e inclinarse hacía el lado izquierdo, como buscando el contacto contra mí a modo de consuelo.

Pronto los azotes espaciados entre sí dieron lugar a un ritmo más constante. Los golpes eran cada vez más fuertes y seguidos. Cada vez que la cuchara impactaba en el culo, la zona adquiría un tono blanquecino por unos instantes para convertirse enseguida en un rojo brillante.

Lorena estaba al límite. Subrayaba cada azote recibido con un gritito ahogado. Hizo varios amagos de taparse el culo con su mano derecha pero desistió de ello. Sabiamente.

El hilito brillante y viscoso que colgaba de su humedo sexo, seguía descendiendo y balanceándose. Ya solo le separaban un par de centímetros del sofá.

Paré de azotarla y ella se destensó visiblemente. La agarré del pelo y tiré levemente hacía atras para encontrarme con su mirada. Tenía los ojos llorosos pero no derramó una lágrima. La boca entreabierta... la besé. Fue un beso húmedo y salvaje, especialmente por su parte. Parecía querer devorarme. 

Volví a colocarme tras ella y vi que el hilo de flujo había desaparecido, sin embargo había tres gotitas sobre la tapicería de cuero del sofá.

Acaricié con la cuchara su dolorido trasero y volvió a tensar cada musculo de su cuerpo. Sabía perfectamente que el castigo se terminaba pero que el final iba a ser difícil. 

La última descarga fue corta, unos diez o doce azotes, pero fueron los más duros. Lorena soltó varios gritos ahogados y terminó derrumbándose sobre su costado izquierdo sin apartar del todo las manos del respaldo del sofá. Enseguida volvió a la posición requerida.

Solté la cuchara de madera sobre la mesita y me acerqué lentamente. Le ardía el culo. Le palpitaba el coño. Estaba empapada.

Acaricié su enrojecido trasero con la llema de mis dedos dejando un surco blanco que enseguida se volvió a tornar rojo. Lorena temblaba. El corazón, se le salía del pecho. 

Recorrí sus nalgas con mis uñas, dibujando círculos y en ese momento, mientras Lore se estremecía y gemía sin consuelo, escuché el ruido de la lluvia golpeando sobre el toldo de la terraza. Una de esas tormentas veraniegas que apenas duran unos minutos.

No, no era eso. Mi pequeñaja había explotado en un orgasmo tan intenso que había descargado sobre el cuero negro del sofá toda la excitación que había ido acumulando desde que se le metió en su preciosa cabecita, que hoy le tocaba cobrar.

Lore cayó desfallecida en el sofá, hecha un ovillo. Aún temblaba. Estaba dolorida y satisfecha. Me miró sonriendo complacida, con los ojos llorosos. La besé en la frente y la dije:

—Ahora Levántate y limpia todo el estropicio.


FIN.








La hija del director (serie Residencia Universitaria Santa Justa)

Este es el primer relato de lo que será una serie de varios, encuadrados en la Residencia Universitaria Santa Justa. Un centro de internami...